lunes, 24 de abril de 2017

Reggae fever: los blancos ya saben bailar

Uno de los aspectos que más sorprende a los ajenos a la cultura skinhead es su peculiar relación con la música reggae. Llevados por tópicos muy manidos, no ven relación posible entre unos hooligans desatados y el ritmo cannábico de Bob Marley, cuya música es veraniega y bonita, para más señas.
Aunque es una idea simplista y equivocada, ciertos lugares comunes parten de análisis razonables, y la lógica del caso que nos ocupa es muy clara: si culturalmente los barrios obreros de la Inglaterra de los 60 están a años luz de la Jamaica contemporánea, por qué una parte de la juventud inglesa de ese momento copió la música y estética jamaicanas y las adoptó como propias?

La lógica invita a pensar que, en el contexto de una relación colonial, la parte dominante ejerce un mayor influjo sobre los dominados que en el caso contrario, pero los hechos demuestran que, al menos en lo tocante al reggae, las cosas pasaron de otra manera.
Mirando al momento y lugar en el que las culturas jamaicana e inglesa tomaron contacto de igual a igual, trataremos de responder a la gran pregunta: por qué los skinheads nacieron bailando reggae? Viajemos a los 60 para saberlo.
-Es lo que hay en nuestro pequeño Londres1
En internet, cientos de páginas sobre cultura skinhead repiten hasta la náusea que la independencia de Jamaica en 1962 provocó una profunda crisis que explicaría que miles de inmigrantes isleños llegasen al Londres de aquellos años, haciendo partir de dicho acontecimiento la relación entre skinheads y jamaicanos. Sin embargo, esto no sucedió así.
En realidad, los 60 fueron años de gran crecimiento para el país caribeño, por lo que la presencia de jamaicanos en Inglaterra es consecuencia del vínculo colonial anterior. El gran flujo migratorio hacia la metrópoli surgió tras la IIª Guerra Mundial, y se redujo precisamente al lograrse la independencia y cambiar las leyes inmigratorias inglesas. Simplemente, los jamaicanos ya estaban allí cuando apareció el reggae.
Su número era tan elevado en relación con la población de la isla (300 mil inmigrantes entre 1948 y 1966) que, por fuerza, constituía un mercado fundamental para cualquier producto cultural jamaicano. En ese sentido, ciudades inglesas como Londres o Birmingham se convirtieron en núcleos tan importantes para Jamaica como la propia Kingston.
En ellos, la población antillana compartía rechazo y barrios con los obreros autóctonos, para los cuales la City o Westminster quedaban tan lejos como el Caribe. En este espacio común no exento de conflictividad, los jóvenes de ambas razas ya no reproducían los viejos patrones de dominancia entre amos y esclavos, sino que estaban juntos en su destino.
Les gustasen o no sus vecinos negros, los hijos de los obreros ingleses de los 60 compartían pupitre y calle con jamaicanos, así que el racismo se convirtió en una opción poco útil por la que solo optaron los resentidos. El resto, ya fuese por convicción o por pragmatismo, mantuvo cierta distancia con los recién llegados, pero fue receptivo a adoptar aquellos patrones de las culturas foráneas que pudiesen resultarle más útiles.
Entre esos aspectos aprovechables para la juventud inglesa se encontraba, principalmente, la música reggae, cuyas connotaciones explicaremos en la siguiente entrega para entender por qué fue adoptada por los ingleses de clase obrera para configurar identidades alternativas.
1Verso de la canción “Reggae fever”, The Pioneers (1974), “What is this in our little London” en el original.

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